Delicada es su piel,
una alfombra de la más suave seda
Afilados sus ojos, como un arpón
apuntando hacia el alma
Exquisitas sus manos
que inmovilizan con sólo rozar
Es su pelo laberinto y perdición
de mis ásperos dedos
Tiene su boca el don
de darle esa sonrisa, tan capaz
de dejarme sin habla...
tan dulce como la miel
Su nombre en sí mismo es un poema
Soportar su aura, guerra
utópica y sin ninguna esperanza
a la que sólo sigue la rendición
Un día la quise...
al siguiente la amé
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