Ella limpió la sangre
con el mismo paño envuelto en lágrimas.
Lágrimas que caían
pues profunda es la herida,
más en el corazón que en la mejilla.
Su vida es un espanto.
“Pide ayuda, pues sola
nunca lo conseguirás”
Implacable su llanto,
como una catarata
Sus hijos preguntarán
“¿Mama, tú por qué lloras?”
y ella no confesará.
aunque su alma esté rota.
Su pena casi la mata…
Pero sino es la pena, él lo hará.
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